lunes, 4 de febrero de 2013

Capítulo1


Todos los días era lo mismo. Me subía en el autobús a las  5 de la madrugaba y me pasaba ahí 3 horas para entrar a las 8:30 en el instituto ¿Por qué lo hacía? No tenía mucho sentido pero eran mis motivos. A los 5 años mis padres se separaron  y yo me quedé con mi padre,  mi madre se fue a vivir a 3 horas de viaje, la iba a ver todos los fines de semana. A los 13 mi padre murió y pasé mucho tiempo con mi madre sin volver allí, pero cuando fui a recoger las cosas que me quedaban en la casa de mi padre de repente me sentí muy bien como si toda la pena se fuera por lo que todas las mañanas  iba allí al instituto y pasaba la tarde con mis amigas, me sentía muy bien allí como si mi padre aún estubiera.  Aún   no sé como mi madre me deja hacer este viaje todos los días (excepto fines de semana) pero me deja.  Siempre me aburro mucho esas tres horas muchas veces aprovecho para hacer deberes, leer y escuchar música. Desde la muerte de mi padre me separé de todo el mundo y solo me seguía hablando con dos de mis amigas: Sara y  Laura.
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Un día  el bus iba todo lleno y un chico muy guapo de pelo  marrón muy corto, alto y delgado con unos preciosos ojos marrones muy oscuros se acercó a mi asiento y me dijo:
-Me puedo sentar?-me quedé cortada pero después de quitar mi libro de historia  puse la mano en el sillón y asentí.
-Cómo te llamas?-  me atreví a preguntar.
-Liam- respondió muy tranquilo, estuvimos callados  el resto del viaje, era tan guapo que me quedé mirando para el rápidamente y a la media hora de viaje me dijo:
-Bueno yo me bajo en esta parada ¿y tú?
-Me bajaré en la siguiente parada- respondí aunque lo cierto era que aún me quedaban dos horas de viaje, no sé por qué le mentí simplemente lo hice impulsivamente.
-Encantado de conocerte.
-Lo mismo digo.
Nos despedimos con la mano y  curvé los labios en una pequeña sonrisa.
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El día fue normal no le conté nada a mis amigas sobre lo de Liam, me pusieron muchos deberes pero seguramente los acabaría en el bus, como siempre.
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A las dos horas de viaje Liam volvió a subir al bus, esta vez no iba lleno  pero se repitió la misma situación que por la mañana, lo diferente era que esta vez el asiento de al lado no lo ocupaba ningún libro. Era como si ya supiera que se iba a volver a subir y sin calcular el tiempo otra vez impulsivamente recogí todo un poco antes de que llegase. Esta vez hablamos un poco más, me contó que el cogía el bus para  al instituto que empezaba muy temprano y yo le dije que casualmente me pasaba lo mismo.
Se bajó a la media hora y me volvió a preguntar antes de irse:
-Y tú, ¿dónde te bajas?
-Me bajaré en la siguiente parada- que estaba a cinco minutos y a mí aún me quedaba media hora pero le volví a mentir ¿Por qué? No lo sé pero lo hice.
Nos volvimos a despedir con la mano y esta vez sonreímos los.

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